Nuestro mayor miedo
no es que no encajemos,
Nuestro mayor miedo es
que tenemos una fuerza desmesurada.
Es nuestra luz y no nuestra oscuridad
lo que más nos asusta.
Empequeñecerse no ayuda al mundo,
no hay nada inteligente en encogerse
para que otros no se sientan inseguros
a tu alrededor.
Todos deberíamos brillar
como hacen los niños,
no es cosa de unos pocos sino de todos.
Y al dejar brillar nuestra propia luz,
inconscientemente
damos permiso a otros
para hacer lo mismo.
Al liberarnos de nuestro propio miedo,
nuestra presencia libera
automáticamente a otros.
Señor, me has salvado la vida.
Gracias
Saludos corazones creativos, Cecilia