ANTONIO DAMASIO Y LAS EMOCIONES



Damásio estudió medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa, como residente y completó su doctorado. Más tarde, se trasladó a Estados Unidos como investigador visitante durante seis meses en el Aphasia Research Center (Centro para la investigación de las afasias) en Boston

Allí, su trabajo sobre neurología del comportamiento estuvo bajo la supervisión de Norman Geschwind.
Es profesor de la cátedra David Dornsife de PsicologíaNeurociencia y Neurología en la Universidad del Sur de California, donde dirige el Institute for the Neurological Study of Emotion and Creativity de los Estados Unidos (Instituto para el estudio neurológico de la emoción y de la creatividad). Antes de llegar a este puesto universitario, en 2005, Damásio fue profesor de la cátedra M.W. Van Allen y Jefe de Neurología en el Centro Médico de la Universidad de Iowa. Su carrera en Iowa se prolongó entre 1976 y 2005. Además de ser un conocido investigador en varias áreas de las neurociencias, es un autor de éxito de libros de ciencia de tipo divulgativo.
Está casado con Hanna Damásio, colega y coautora de varios de sus libros.
En esta entrada voy a compartir un fragmento de esta interesante entrevista que realizaron a Antonio Damàsio sobre las emociones.
http://www.eexcellence.es/index.php?option=com_content&view=article&id=857:executive-excellence-138&catid=38:personajes-con-talento&Itemid=131

"Las emociones son elementos que afectan e influyen en el proceso de aprendizaje; consecuentemente, influyen en el proceso de toma de decisiones. De hecho, somos esencialmente “creadores de soluciones” para nuestra vida. Algunas veces somos creadores no-conscientes y otras veces sí pensamos (de una forma semi-automática o plenamente conscientes). En cualquier caso, a la hora de aportar las soluciones, necesitamos de ese elemento que es parte de todo el proceso y que tiene que ver con la emoción y el sentimiento.
Las emociones no nacen, sino que son parte de un sistema automatizado que nos permite reaccionar ante el mundo, de una forma inmediata y sin necesidad de pensar, con el cual ya venimos dotados desde el nacimiento. Las emociones forman parte de esa compleja maquinaria en la que intervienen las recompensas y los castigos, el estímulo y la motivación… y todo aquello que hace que deseemos comer, beber, practicar sexo… Las emociones son parte del proceso de la regulación de un cuerpo vivo, y se presentan con diferentes “formas y sabores”. Hay unas emociones primarias y sencillas como son el miedo, la rabia, la felicidad o la desdicha… Hay emociones sociales, más complejas, como la compasión, el desprecio, la admiración, el orgullo…
Son, todas ellas, parte del equipo básico con el que nacemos. Este equipamiento, primario y original, no es aprendido como un hecho. Lo que sí aprendemos a hacer a lo largo de nuestra vida (desde muy temprano) es a asociar emociones -y sus correspondientes sentimientos- con ciertos objetos o eventos; podemos aprender que una persona, objeto o casa, nos causa miedo. Aprendemos entonces esta conexión entre el objeto y la emoción, creando un sentimiento. 

No aprendemos las emociones, ya que nacemos con ellas, aprendemos a conectar las emociones a través del sistema de hechos, con una emoción que ya está ahí. Ambos van unidos. Este es un hecho muy importante para todas aquellas personas que pueden estar interesadas en el marketing o la comunicación, o incluso para quienes están diseñando modelos de negocio. Las emociones alcanzan sus objetivos al generar acciones. Y son esas acciones las que acaban generando lo que llamamos sentimientos. Esto fue algo que nunca se entendió hasta hace bien poco. Cuando una emoción hace su trabajo, crea una acción. Esa acción va dirigida hacia el estado interior de nuestro organismo, en su conducta y en su mente (...)
(...) Por lo tanto, una definición rápida podría ser que mientras que las emociones son unos programas de acción, los sentimientos de esas emociones son las percepciones compuestas que provienen del estado del cuerpo durante una emoción y es esa percepción la que te da el feeling o sentimiento. Por eso, si alguien nos dice que las emociones son algo vago y difícil de comprender y los sentimientos son algo imposible de definir, o imposible de poner en la mente, diría que en primer lugar la mente es algo que está hecho por el cerebro y las emociones son unos cambios muy reales y perceptibles en el sistema nervioso, no algo que flota en el éter. Los sentimientos tienen una realidad; tan reales como mi percepción de la audiencia durante una conferencia.
E.E.: ¿Con qué velocidad se producen las reacciones en el cerebro? ¿Cómo afecta esto a la rapidez de los procesos de toma de decisiones? 
A.D.: Tras realizar un estudio sobre el proceso de las emociones y sentimientos a través de una técnica denominada magneto-encefalografía, se descubrió que desde el momento que comienza el proceso de emoción hasta sentimiento pasan 500 milisegundos. Esto nos da una idea de la rapidez de estos procesos.
Lo que descubrimos, primero con la observación de pacientes y luego con una variedad de estudios, es que las emociones no son necesariamente las enemigas de la razón. Solíamos oír que si alguien utilizaba sus emociones para tomar decisiones y no tenía la cabeza fría y una actitud puramente racional, no estaba realizando su trabajo de forma adecuada. Lo que hoy sabemos es que quienes son híper-racionales e intentan razonar sus decisiones sin ningún componente emocional son, de hecho, incapaces de alcanzar decisiones correctas (...)
E.E.: ¿Pero cómo se conjugan adecuadamente la razón y la emoción?
A.D.: No estoy diciendo que las personas puedan olvidarse de los riesgos y no ser precavidos, decidiendo exclusivamente con sus corazones, sin prestar atención a los hechos. El mensaje no es, ni remotamente, tan sencillo. El mensaje que quiero transmitir, aunque complejo, permite razonar hacia una forma más creativa  y productiva. 
Cuando se aprende a entender las conexiones entre los hechos y las emociones, éstas pueden usarse de forma correcta, no hay que eliminarlas, sino utilizarlas de la forma más positiva para nosotros. De hecho, siempre estamos aprendiendo nuevas conexiones, hechos y emociones. 
Debemos ser capaces de separar aquellas emociones que son negativas; un ejemplo ilustrativo es lo que ocurre en los mercados financieros. Cunando se piensa en la volatilidad, aparece el miedo, el pánico, extendiéndose como una epidemia. Esta volatilidad proviene de una serie de reacciones espasmódicas emocionales: miedo, pánico…, y dado que los sistemas de comunicación son tan rápidos, se permiten dominar todo el sistema, no dejando que los elementos racionales operen.
Lo que tenemos aquí es una acumulación de condicionamientos que nos enseña que hemos de ser capaces de diferenciar las emociones positivas, que nos proporcionan creatividad y energía, de las improductivas que nos conducen hacia reacciones de “pánico”.
E.E.: ¿Qué aplicaciones tiene este experimento en los procesos de decisión?
A.D.: Podemos deducir que hay una clara utilidad. Una de las deducciones objetivas es que la emoción no es esencialmente algo malo, al contrario. Si es positiva, puede transmitir energía, haciendo que los equipos trabajen mejor juntos. Pero si la emoción es rabia o miedo, será muy negativa.
Para mí lo más importante se resume en que ignorar las emociones, en cualquier tipo de organización, es cometer un error. Incluso en una organización como la mía, de profesionales de la ciencia, donde uno no está gestionando un balance económico de pérdidas y ganancias, la importancia es muy grande, aunque más oculta. Quizás no hablemos de beneficios en el estricto sentido económico, pero sí de beneficios respecto de la imagen, conocimiento y otros aspectos importantes en el mundo académico o de investigación. 
Estamos hablando de cómo motivar a las personas y cómo utilizar el equilibrio entre los hechos y el conocimiento, y las emociones y los sentimientos. Todos están íntimamente ligados, pues somos seres humanos con cerebros dentro de un cuerpo motivado por lo que, en esencia, somos sistemas emocionales. La emoción precede a la razón.
E.E.: ¿Dónde se guardan las diferentes memorias en nuestro cerebro?, ¿se conservan en sitios diferentes dependiendo del origen del estímulo?
A.D.: Los sistemas de “cableado” llegan al parahippocampal Gyrus y entorhinal cortex con la información, que está literalmente marcada y mezclada de forma conjunta. Luego hay una señal originada en el hipocampo que permite a los sitios donde se originaron estas señales ser reactivados de una forma relativamente permanente. Cuando se regenera una memoria, esta no está en el hipocampo; la memoria se encuentra en trozos donde quiera que se originen, y tendrá que ser reactivada en todas sus múltiples partes.
El hipocampo es en realidad el hacedor de memorias y, durante un tiempo, parece tener el mapa conjunto. Poco a poco, este mapa desaparece y las memorias están constituidas por múltiples partes, lo cual resulta muy interesante. Supongamos que yo ahora tengo memoria de su voz y del hecho de que está usted conmigo, y a todo esto le añado la información de la sala donde estamos. Si tuviese un infarto en mi cortex auditivo que bloquease la posibilidad de revivir esa memoria auditiva, sería factible que cuando las personas me hablasen de usted, le recordase visualmente pero no pudiera recordar su voz. Esto, que es un simple ejemplo, nos da la idea de que cualquier recuerdo tiene muchas partes, y esas partes no están en el mismo sitio. Es un compuesto. Evidentemente, esto es muy distinto a cómo la gente tiende a imaginar la memoria: algo localizado específicamente en un lugar del cerebro. 
La realidad es que nuestra memoria no se encuentra en un “fichero”, está en pequeños “trocitos” por todo el cerebro. ¡Somos bastante más complicados de lo que parece¡

A.D.: Creo que depende del tipo de decisión. Es posible que haya situaciones en las que pensemos que estamos tomando la decisión, y la realidad es que solo la estamos haciendo más vívida, pues ya se había tomado a nivel subconsciente. Hay abundantes evidencias al respecto. Depende de lo nuevo que sea el problema o la decisión a tomar. Evidentemente, tenemos un proceso mental no consciente muy importante, y lo integramos en la ecuación a resolver".

Saludos corazones creativos, Cecilia